A veces os miro despacio
casi
con miedo
Casi con el mismo miedo cansado y delirante
con el que vago
por un mundo superfluo
que no pienso
hacer
mío
Bastardos de océano y horizontes,
hijos de nadie,
¿qué sabéis vosotros que no lleve diezmos?
¿qué sabéis vosotros
de este torbellino que conmueve la vida
más allá de vuestros cuerpos herméticos?
Azul y extendida
voy
poniendo en mis huellas casi inhumanas
un suspiro envejecido
y triste
sin poder hacer que mis palabras os suenen
como debieran
Los que habéis vivido por encima de mí
imploráis que viva dócilmente
esta vida muerta y sin fe
¡Miradme!
No he vendido mi cadáver en esta parte del cosmos
para que empapéis mi esponja con vinagre
Mi sed no es de ésas
ni mi corazón puede trocarla en miel
como si un mundo que escupe titubeos mereciera mil perdones
Ya no soy crédula
ni me dejo seducir con ojos
ciegos
No me vendáis una túnica falsa
para cubrir mi indecente desnudez
Doliente
Errática
¡Miradme!
Miradme bien y decidme
dónde veis en mí
pantanos,
dónde veis sueños pasajeros
Empezaré de nuevo cruzando la frontera que nos hace distintos
a la nada
No puedo renunciarme. No pienso
No voy a seguir el camino reiniciado
fingiendo una voz que me avergüence
Si he de quedarme huérfana, deshermanada por repudiar unos días fatuos y sin ser
que así sea
Herida estoy por un vasto mar sin numen
Libre y fulminada en la verdadera esencia de un amor que me estaciona
y me amartilla
Voy a vivir en otra edad
el destino de otro tiempo
Solo necesito de unos ojos
para que mi éxodo no suene a rendición
No me vais a quitar, pues, una carcoma
que no tengo
Llamadlo dulce despertar
Llamadlo incendio
Llamadlo como queráis o mirar a otro lado
Voy limpia de vuestras paradojas nuestras
Si me negocio todavía
es porque hay esperanza para mi
Con mi sangre en tiniebla
seguiré floreciendo
La tarde tiene esas cosas
La tarde no
La vida