Se ha quedado el ciprés con un verde muy triste
Sopla el viento y su danza se engancha en la garganta como
un nudo negro
La tierra ya no gime su dolor
Está cansada de girarse a sí misma añil en la mañana fría y
anónima
Se detiene hasta su sombra: Ya no canta
Ni silba
Se yergue vencido en un silencio nuevo
que no quema
Sin lágrimas, el ciprés despide las cosas cotidianas que
nunca más serán
bello, ligero, impenetrable
Yo lo miro y no sé aún cuánto dolor retienen sus hojas
puntiagudas
ni cuántas preguntas se enredaron en su copa larga
En su belleza imperturbable
mi corazón reposa confortado
aunque mis ojos no cesen de llorarle amor eterno.
Se ha quedado el ciprés con un verde muy triste
y no hay árbol hermano que pueda consolarle
La voracidad de la vida con su boca grande
se tragó el camino para hacerlo otro
y no nos queda más que seguir andando
con la memoria empañada
el paso prestado
y la certeza amarga
de que el tiempo siempre
devuelve la luz a los colores.
PARA MI PADRE, ARISTARCO DE LA CRUZ, IN MEMORIAM
(28 de diciembre de 2012)