LA PROEZA DE VIVIR

LA PROEZA DE VIVIR
Mira siempre con los ojos del niño que fuiste

La casa de Teresa

TERESA tiene una casita en la vega donde suele venir a descansar todos los veranos. Una casita preciosa llena de azaleas y buganvillas de colores que Teresa nunca se cansa de cuidar.

A todo el mundo le encanta esa casita, y aunque está un poco retirada del pueblo, según cuenta mi madre, hasta un día vino un señor de la capital para comprársela. El señor, que tenía mucho dinero, y un coche muy bonito, le dio un papelito para que ella pusiera lo que quisiese, pero ella amablemente le contestó: mi casita no está en venta. A lo mejor el señor quería un dibujo de la casa, porque dice mi papá que Teresa es una gran pintora.

TERESA es maestra en un cole de la ciudad, pero yo creo que lo que quiere es quedarse en el cole del pueblo, para poder cuidar las flores de su casita y charlar con los vecinos tranquilamente. Varias veces le he oído comentar a mi mamá: Teresa no tiene ninguna gana de irse y le da una pena infinita tener que volver al pisito que tiene en Propiedá. No sé de dónde será ese pueblo, a lo mejor es de Asturias, porque no lo he encontrado en mi libro de ciudades ni pueblos, justo mi hermana Verónica me arrancó esa hoja y un trocito de un sitio que se llamaba Andorra. Pero eso tiene pinta de estar muy lejos y no creo que Teresa con el coche tan viejito que tiene pueda hacer tanto camino ella solita.

EN una ocasión mi papa, que es muy amigo de Teresa me llevó con él a que viera lo guapa que soy, pero yo creo que ella es mucho más guapa que yo y huele más bien. Casi tan bien como mi mamá. Teresa me dio un gran vaso de limonada y unos bocadillos pequeñitos que estaban buenísimos. A papá le puso un café que olía a canela y unas pastas que a papá le gustaron mucho pero que yo no probé, porque dice mi mamá que a mí el dulce no me va. Y yo las hubiera probado, pero como dice mi mama que hay que ser serios, pues eso, que no las comí, aunque mi papá dijo: están riquísimas y me dio un poco de rabia tener que decir: no, gracias.

LE ha contado mi papá a Teresa, que este año no he ido mucho al cole porque he estado malita de una cosa que los niños de por aquí ya no tenían. Tenía un nombre muy largo y muy feo, como de color sucio, y me picaba mucho por todo el cuerpo, hasta la lengua, y ella le ha dicho que en la ciudad también se vuelven a dar casos de enfermedades que los médicos creían erradicanosequé. Decían que las traen los que vienen de fuera. No sé, yo nunca he oído a mi mamá decir que los de fuera del pueblo trajeran ninguna cosa que nos pusiera malitos, a no ser una clase de aire que aquí no debe haber y que a mi mamá le gusta muy poco. Aire de importancia o muchos humos, creo que lo llama mi mama. Y debe ser muy contagioso, porque de un año para otro son más los que lo tienen. Pero como yo soy pequeña, todavía hay muchas cosas que no entiendo ni sé. Por eso tengo que ir al cole, hasta cuando tengo sueño.

TERESA se ha ofrecido a enseñarme las primeras letras para que vaya aprendiendo a leer. Yo iba a decirle que ya sé muchas letras y que leo solita un poquito, pero como no sé cuáles son las primeras letras no he dicho nada. Además Teresa tiene una casa muy bonita, llena de flores y de libros, casi más cuentos que flores, y muchos lápices de colores y tizas, y me ha dicho que hace cuentos sobre niñas como yo, y me ha prometido que va hacerme uno solo para mí, porque dice: eres muy guapa y tienes cara de ángel. Cuando le he preguntado si le va a hacer otro a mi hermanita, se ha reído con una risa que le brillaba en los ojos y me ha dicho con voz muy seria: por supuesto. Espero que cuando vea a Vero no cambie de idea y le diga que a ella no se lo va hacer porque tiene cara de bicho… Después de todo mi mamá siempre dice: Vero también es muy buena y sólo te pega porque es pequeña y no sabe. ¡Jo con los pequeños!, digo yo.

ME han dejado un rato “a mi aire” en un sitio muy lleno de cosas que Teresa me ha dicho que era su estudio. Se nota que Teresa no tiene una mamá que le regañe, ni le recoja las cosas. Cerca de la ventana había un cuadro muy bonito sin terminar, de una niña con los ojos igualitos que los de Teresa, pero más tristes. Papá me ha recordado que no se toca nada pero yo no iba a tocar nada. Teresa le ha dicho que no pasa nada y me ha dejado unos papeles un poco ásperos y una caja muy grande de tizas de colores para que le hiciese un dibujo muy bonito. No sé para que quiere que yo le haga un dibujo si ella los sabe hacer mejor que yo, pero como papá le ha dicho que a mi también me gusta mucho pintar supongo que le ha dado pena que me aburra cuando se pongan a hablar de cosas de mayores.

AUNQUE los Reyes me han traído este año un estuche con muchas pinturas no sabía que hubiera tantos colores. Teresa los tiene todos. Yo sólo sé contar hasta el ochentaitantos pero debe haber por lo menos treintaiochocientos. En el cole la profe solo tiene unos poquitos para pintar en la pizarra y dice con voz muy seria: cuidarlas como oro enpaño”, pero no le brillan los ojos como a Teresa.

EL cole de Teresa tiene que estar guachi. Le he oído decir a mi mamá: tiene hasta biblioteca, que es como una casa para guardar todos los libros juntos, grandes y pequeños, de papás y de bebés, hasta los de la maestra y el alcalde, para que duerman juntos y no se pierdan por las noches en el país de los libros perdidosos, y las hermanas pequeñas no puedan romperlos, como Vero con mis cuentos, y los puedan leer todos los que tengan un carné con una foto que ponga biblioteca. Un carné como el que tiene mi primo Jorge y nunca quiere enseñarme porque dice: eres pequeña. ¡Bah! A veces es un poco pedorro. Aquí en la plaza están haciendo una que dice mi papá que ya la están haciendo pequeña de entrada… Pues no sé, pero yo he visto unos señores muy bien vestidos con muchos papeles en la obra, con cara de saber el tamaño que tiene que tener la entrada para que entren todos los libros del mundo. Pero no sé, seguro que mi papá tiene razón y tienen que agrandar la puerta, porque según dice mi madre: papá a la larga siempre tiene razón. Y mi mamá siempre sabe muy bien lo que dice, aunque no sea ni vieja ni diablo. O algo así.

LAS pinturas de Teresa son chachis. Hay que ver qué colores más bonitos. ¡Y cómo pintan! Sin apretar. Así no es nada difícil que los dibujos queden bien. A lo mejor cuando sea mayor también yo puedo ser pintora, y hacer cuentos tan bonitos como ella. O a lo mejor puedo ser profe de pequeños como Vero y enseñarles que los cuentos no se rompen. Y mamá, también quiero ser mamá de mayor y hacer de comer lo que quiera y que todos se lo tengan que comer menos yo. Tengo que preguntarle a mamá si se puede ser a la vez profe, mama y pintora. Pero se debe poder porque papá es policía y papá, y conduce algunos días el camión de los bomberos, aunque no es bombero de los de verdad, y él si puede.

¡MADRE mía! Cuando vea mi mamá cómo me he puesto el vestido con las tizas se va a enfadar muchísimo, y me va a decir: ¡Como sigas así, Carolina, te voy a devolver! ¡Me tienes hasta el último pelo! Y yo seguro que me pongo a llorar, no puedo evitarlo, y todavía se enfada más conmigo. Pero es que no me gusta que me diga que me va a devolver, y que se enfade conmigo por todo lo que hago o lo que digo. Y además ha sido sin querer.

-¿Qué te pasa Carolina? ¿Por qué lloras, cariño?

-Mira. Mamá se va a enfadar otra vez conmigo.

-No, mi niña. ¿Cómo se va a enfadar tu mamá contigo cuando vea el dibujo tan maravilloso que le has hecho? Has visto Lázaro. Creo que si Susana y tú me dais permiso, ya tengo la portada de mi nuevo libro.

MI papá mira sonriente a Teresa y me revuelve el pelo amistosamente. Él no se ha enfadado porque a Teresa le ha gustado mucho mi dibujo y se le olvidó decirme que tuviera cuidado con las tizas porque manchaban mucho. Pero mamá seguro que se enfada y no me deja venir a la casita de Teresa a que me enseñe esas letras que ella sabe y todavía yo tengo que aprender para poder leer todos los cuentos que va a tener la biblioteca.

-Pero no me digas que todavía estas preocupada por tu vestido. Espera que llamemos a tu casa... Lázaro, ¿tu número era…?

TERESA tiene una casita preciosa a las afueras del pueblo. Una casita llena de cuentos y pinturas de colores esperando que llegue de nuevo el verano. Algunas tardes, cuando me he portado bien y he terminado pronto los deberes, mi mamá coge la llave que me dejó Teresa y me lleva a que me pierda entre los libros o me manche los manos cuando pinto al pastel, que como soy un poco menos pequeña ya sé que las tizas de colores son tizas, pero las tizas de Teresa son pasteles. Ya le he dicho a Vero que aunque se llamen pasteles no son de comer, sino para pintar los mayores, y como ella todavía es pequeña no puede utilizarlos como yo. Pero Teresa me ha dicho: pronto podrá y si Teresa lo dice…